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Lo conoces… ¿y aun así desconfías?

  • Foto del escritor: Karl Chupayo Salvatierra
    Karl Chupayo Salvatierra
  • 10 nov 2020
  • 1 Min. de lectura

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Estudio: Jesús de Nazareth (Marcos 6:1-6)


Y llegado el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? (Marcos 6:2)

El hecho de que le acompañaban sus doce discípulos, hizo que lo invitaran a dar la enseñanza dentro del culto de la sinagoga. Y todos se admiraban de su sabiduría y de su poder, porque cualquier cosa que Él hacía era algo único, algo especial y algo sorprendente.

Pero vemos también que, por un lado, se admiraban de Él y por otro lado se escandalizaban de Él. ¿Cómo es esto posible?

Como hemos visto anteriormente, la incredulidad es muy irracional, se cierra a la luz. Es decir, las personas que crecieron junto a Él, aun conociendo las proezas y una sabiduría fuera de este mundo, se negaban a creer.

Cuantas veces, nosotros nos negamos a creer en el poder absoluto de Dios en nuestras vidas. Es decir, cuantas veces rechazamos el trabajo que el espíritu santo quiere realizar en nosotros. Cuantas veces nos negamos a crecer y madurar en nuestra vida espiritual.

Estimado lector, nosotros ahora conocemos a Dios, somos parte de su pueblo elegido; por lo tanto, le animo a que no sea como estas personas de Nazareth, que conociéndolo no se sometieron a su voluntad.

 
 
 

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