Todo es para mi bien, ¿Qué bien?
- Karl Chupayo Salvatierra
- 23 abr 2021
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 1 sept 2022

“Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”. Jeremías 2:13
Dios, a través de su disciplina, obrará en nuestras vidas no sólo destruyendo a nuestros ídolos, sino también destruyendo toda fuente falsa de la cual podamos intentar depender. Frustrará todo, hasta que estemos enfocados sólo en Cristo.
“YO soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, le quitará: y todo aquel que lleva fruto, le limpiará, para que lleve más fruto”. (Juan 15:1-2)
En la antigüedad, los labradores eran muy importantes, incluso, cuando una nación era deportada, el rey mundano hacía que una cantidad significativa de labradores se quedara para no echar a perder los alimentos. (Jeremías 52:16).
Muchos de nosotros luchamos contra las obras de Dios, sin la cual nunca produciríamos fruto. Pensamos que todo lo difícil que nos pasa, todo lo que genera dificultad, lo que nos saca de nuestra comodidad, lo que crea conflicto viene del diablo. Es una mentira.
En la vida del Pueblo de Dios, en su iglesia, en su viña: Dios Padre es el labrador y es quien nos está cortando, podando y limpiando. Incluso, cuando el diablo obra (porque Dios usa al diablo para nuestro bien). El problema es que no entendemos qué es el bien.
Lo bueno no es obtener grandes logros, fama personal, ganarse el respeto de este mundo: Lo bueno es parecerse a Jesús.
Extracto de la prédica de Paul Washer. Grace Community Church, San Antonio, TX. Youtube: Todo es para mi bien, ¿Qué bien?
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